Nunca me puse a pensar hasta que punto uno puede irse de la realidad o del sueño....hoy me tomé la tarde para ir a visitar a mi amigo Fede en haedo, y después de subir al 302, a eso de las 3 de la tarde, me dirigí a la última fila y, como generalmente hago cuando viajo en este medio de transporte, me dispuse a observar a la gente haciéndome compañía. La verdad que viajar en colectivo muestra mucha, pero mucha realidad contemporánea. Dos asientos a mi izquierda, un hombre flaco, alto, con gel en el pelo y anteojos de sol llevaba a upa a su nena, adelante su hijo mayor, de mi edad parecía, y poseía todas las características que podrían dar referencia al conocido rolinga. Por un rato miré como tocaba una guitarra invisible mirando a su padre, y le comentaba sobre algo de un desconocido para mí. Más adelante una chica algo rellenita acababa de subir, se sentó dos lugares tras el colectivero y sin más miró el paisaje. Así hice yo. Recién ahí dirigí mi mirada adelante mío. Una pareja en su mundo, totalmente. Jajaja, ¿mirarse tan de cerca no te hace poner bizco? Eso me pregunté mientras sonreía para mi misma. Pasando VITAL (algunos se ubicaran, otros no se hagan problema, no es importante) se subió una señora con su hijo, vestido como para ir a jugar un partido de fútbol, y le siguió un señor de edad avanzada, vestido de traje. Durante el camino más personas se sumaron al bondi, y algunas se restaron ... un conocido del que iba a ir al partido de fútbol subió y se saludaron en medio del pasillo. A las pocas paradas, una mujer con un bebé en brazos subió el colectivo con dificultad; el primero (y único) en levantarse fue el señor de avanzada edad. Tenía una visión privilegiada de la situación dentro del colectivo gracias a mi posición. Así que ver como todos evitaban mirar o se mostraban muy ocupados como para darse cuenta que subía una persona de movilidad reducida, fue muy gracioso. ¿Es que estamos tan cansados de los demás que preferimos sentarnos a evitar a la sociedad? Es posible, admito que ni el mensaje en los baños públicos se toma mucho en cuenta, o no leyeron nunca: USTED EL PRÓXIMO, EL PRÓJIMO ES USTED. O no entramos a los baños de bares, shoppings, vestuarios o cualquier otro lugar popular, esperando encontrar algo desubicado. Y quizás con suerte entremos a uno con mensajes en la puerta del baño para mantenernos entretenidos en nuestra visita a los sanitarios: pepito y fulanita, te estoy mirando, barilo 2003, aguante huracán, o más agresivo si prefieren, puto el que lee. Qué paso con nuestros principios, con nuestros valores. ¿Decayó la sociedad, o me parece? Retornando a mi casa, luego de mi tarde de charlas y risas con fede y su familia, volví en el mismo 302. Claro, distinto colectivero, distintos pasajeros. Siempre encuentro las mismas cosas en los colectivos; los inmersos en sus cosas, el que se queda mirando, el que uno mira, el que fijo mira por la ventana, el dormido, los que hablan entre ellos a los 4 vientos y te enteras de todo lo que van a hacer esa semana o lo que le pasó a su tía, el que adelanta una lectura por más difícil que le resulte seguir la línea con el tambaleo del bondi, los introvertidos que miran para todos lados si les suena el celular, o los extrovertidos, que en la misma situación mantienen una conversación con el que llamó y con todos los pasajeros por el volumen de su voz. “qué haces!? No... acá estoy por barcala, ya llegando. Si, lleno de gente el bondi, no se puede estar. Aahh si? Como está? Bueno, pero ya va a mejorarse, esas son cosas de dos o tres días y después sigue como si nada. Si, ya cuando llegue te llamo. No, lo que pasa es que estoy en el bondi. Bueno, listo. Te llamo, manda saludos eh. Sisi, bueno.. bueno bueno. Listo.. ya te llamo. Bueno, eh? No no. Ningún problema. Ya estoy allá. Chau chau chau....” Me dormí un poco de vuelta, me levanté temprano hoy. Bajé en la parada y caminé rápido a casa. Mientras me acordé de mi reflejo en la ventana del bondi mientras esperaba que la señora se bajara pronto. Cuantas cosas de las que uno puede hablar con respecto a lo que ve dentro y fuera de un colectivo, es impresionante. Desde como se maneja la gente, hasta lo que pensarán los que viajan dentro de los autos que paralelos al colectivo, observan a sus pasajeros. Qué vida llevará cada uno, que le espera después de bajarse. ¿Querrá o no volver a su casa? ¿Está llegando o se va? Habrá alguien pensando lo mismo que yo, alguien que se haya subido al mismo colectivo.. tantos lugares tenemos para pensar esto, tan poca certeza de las cosas tal vez, tantas preguntas para hacernos y tantas respuestas a ser descubiertas en un corto o largo plazo. Nosotros las hacemos, las inventamos, que sean certeras queda en nosotros, queda en VOS. |