Noelia: yo y mi otro yo

Hace unos dias rememoré viejos cuelgues y volví a pensar en ellos.. acá les cuento, que muchas veces después de bañarme, salgo de la ducha y con el espejo empañado, paso mi mano para poder ver mi reflejo, y ahí sucede ........... me tildo con mi imagen. Miro los ojos, la nariz, la boca, el pelo mojado y ya no soy quien era. Es como si saliera de mi cuerpo. Paso a ser una cosa extra que observa el cuerpo del otro; y me sigo mirando, y ahí tomo conciencia de que esa persona efectivamente soy yo, y que puedo hacer lo que quiera con el, que uso eso para existir en el mundo, para que la gente sepa que existo, y no sea solo algo extra que no tiene consistencia tal vez. Es muy extraño, pero muchas veces me paso lo mismo. Me miro y ahí como que pierdo los sentidos, o los sentimientos quizas. Y después viene la omnipotencia, afuera de mi cuerpo corrompido por la sociedad y el mundo en que vivimos, siento, ahí volvi a sentir, siento que soy capaz de todo. Y cuando vuelva a tomar posesion de mi cuerpo voy a hacer todo lo que quiera, nada me lo puede impedir. Por que no aprovechar que tengo una manera de formar parte de la sociedad. Mi extra es como un alma perdida que tiene un cuerpo para usar, y lo quiere usar para poder hacer todo lo que la sociedad, los sentimientos, las creencias, los prejuicios, todo le prohíben o censuran. Afuera del cuerpo es otra cosa distinta. ¿Ese reflejo es otra persona, es la misma? No me reconozco cuando me miro al espejo. Creo que muy pocos de verdad se ponen a observar a una persona; si se pusieran a mirar fijamente el rostro de alguien y detenerse en cada detalle de la cara, se encontrarían con un desconocido. Tal vez estamos todos tan corrompidos o embuidos en lo nuestro.......que no nos detenemos a observar al otro. ¿Será asi? Inténtenlo..y fijense cuanto tardan en salir de uds, de lo que son, de lo que creen que son tal vez, y fijense que es lo que ven cuando se miran desde afuera. Que gran sorpresa les espera. Todo hombre es como la Luna: con una cara oscura que a nadie enseña. (Mark Twain)